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Madres... y otros ayes *

viernes, 12 de enero de 2024
Ya nos hemos habituado, quizás sin darnos cuenta, a comenzar cada jornada con una celebración (festiva, recordatoria, reivindicativa, rememorativa, y demás 'ivas') a lo largo de todos los días del año. Incluido el de la Marmota (2 de febrero) que, con todo Madres... y otros ayes *respeto sea dicho y no entrando en honduras, solo el nombre produce guasa. O el 'Día del Soltero' que hace dos meses se ha celebrado (11 de noviembre). ¡Vaya osado el que lo haya proclamado y no menos quien lo haya celebrado!

Tantos días 'D' ya no hay agendas que nos permitan teclearlos porque no caben en ningún calendario. Cada gremio, pueblo o nación tienen su patrón, cada santo o santa su dies natalis, cada familia sus aniversarios. Se impone hacer selección para, en el mejor de los casos, no exponernos a quedarnos sin el trozo de pastel o tarta, o sin furtivos o notorios rezos piadosos, o no llegar tarde a esa tan concurrida concentración en la que si uno no figura ya parece que la reivindicación no está a la altura.

¿Por qué elevar a extraordinario fechas como el primer domingo después del 1 de mayo? Sí que es rebuscado ese día señalado como el de la madre, que para todos es algo sagrado. ¿Para qué celebrar lo que ya en lo más ordinario y cotidiano -no por eso anodino- tiene todo su sentido? ¿Cuántas veces oímos o decimos "madre no hay más que una"? En efecto, lo sabemos, y lo mismo se podría decir del padre, del abuelo Pepón o de la tía Felipita. Todos son únicos y forman parte de la vida, de la historia, del ser y el estar, e incluso del modo de actuar o del propio acento en el habla de cada uno. Y eso ¿hay que celebrarlo de un modo singular un día del año impuesto en un calendario oficial y predeterminado? Si eso hace despertar conciencias, démoslo por bien fijado. Si es para entregarle o mandarle por correo el regalo que se supone que le hemos con mimo preparado -a base de talonario- no merece comentario.

No es lugar para plantear las bondades o pesares de ser madre o padre, si compensa o no serlo. La palabra "compensa" en sí tiene un deje materialista/mercantilista, chocante en un contexto que es la pura entraña de lo contrario: humanismo/altruismo. Ser transmisores de la Vida (escrita en mayúsculas) es cooperar a un bien. Es un obsequio, un regalo.

En este sentido, todo "compensa" en la vida, sin negar que todo tiene su cara y su cruz, sus luces y sus sombras, su lado bueno y malo.

¿Cuántos hijos -que todos lo somos- podemos responder negativamente a si nos "compensa" ser hijos? La valoración será dispar, pero nadie puede negar la evidencia: la vida que tenemos, con sus más y sus menos, vale la pena, aunque no esté exenta de espinas por todos lados, por muchos ramos de rosas que nos regalen o nos vendan.

Querer sopesar todo en balanzas es algo casi inherente a nuestra forma de actuar diario. Quizás más ahora, viendo continuas esquelas y sepelios, o mirando a tantas personas mayores (pregunto: ¿a qué edad se da ese salto o cómo se calcula?) más propensas a pensar que ya están en bandeja de salida o injustamente abocadas a plantearse vilmente si les ha compensado vivir, para al fin dejarnos un mundo tan caótico y distante, tan poco alentador. Caer en la trampa es tentador. Casi viene dado, sobre todo a las que han llevado en su vientre durante nueve meses a ese hijo engendrado para serlo día a día, amamantarlo, tenerlo en brazos y seguirlo paso a paso... y no para darlo a quien le ha pagado por parirlo y, casi acto seguido, olvidarlo. La maternidad subrogada es una 'aventura' que denigra al ser humano y, particularmente, me deprime nada más pensarlo.
Madres... y otros ayes *
¿Ser madre compensa? Sí, aunque serlo se vaya desvirtuando bajo el empuje del consumismo y el controvertido y complejo viraje del rol de la mujer en la sociedad del siglo XXI.

Compensar, compensa. Sin limitaciones de fechas ni significadas fiestas domingueras. Dar sin buscar retribuciones, ya sean dádivas de madres o padres a hijos, entre amigos y conocidos o hacia personas que ni saben que existimos, siempre re-compensa.

Más se recibe a cambio, aunque no es el fin prioritario. Bien lo saben ellas. Las que han vivido o viven maratonianas jornadas. Días repletos de quehaceres, con tareas incapaces de abarcar en unas horas -siempre limitadas-, con tantos desvelos ante el des-compensado y des-madrado horario de su -¡y nuestro!- calendario, sea lectivo, festivo o feriado.

Según el refranero, 'enero es el mes más frío y también el más sombrío'. Frío, sombrío y muy 'sentío' está siendo este que ha dado" paso al 2024.

Llegará febrero y en el día de la "Candelaria" a una especial, que en esa fecha celebraba su santo, echaremos de menos.

Comenzará el mes de mayo y en el día de la célebre y legendaria "Batalla de Santiago", puede que no veamos más claro: nos seguirá faltando la sonrisa de la madre que se ha ido. Ya no está a nuestro lado... aunque desde lo alto nos está observando y guardando.

* María Pura Fernández Varela (+10-1-2024), In memoriam.

Pilar Alén, Profesora de la USC
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